LA QUEMADA
Ubicación : La Quemada, Zacatecas
La
Quemada continúa siendo hasta hoy un espacio enigmático cuya historia completa
está aún por conocerse.
Si
bien es cierto que pudo haber sido ocupada ocasionalmente por grupos nómadas,
dedicados mayormente a la caza y a la recolección, muchas de las evidencias que
pudiéramos tener sobre la presencia de los chichimecas nos han sido negadas por
el paso de los años y por la acción de la lluvia y del viento. Los embates de
la naturaleza se llevaron el aplanado de barro y cal, además del mortero que
servía para darle unidad a las piezas que formaban el conjunto de edificios y
basamentos.
Pero
no sólo la naturaleza se encargó de borrar los perfiles que le daban forma
definitiva a La Quemada, también los colonizadores, a partir de la segunda
mitad del siglo XVI, utilizaron los edificios como materia prima para construir
las ciudades y los pueblos que conformaron la nueva geografía urbana de la
región.
Debido
a muchos factores ha sido difícil para los arqueólogos determinar el origen del
sitio y su filiación cultural, por lo que muchos investigadores han especulado
en cuanto a definir y caracterizar a La Quemada; los hay quienes la consideran
una avanzada teotihuacana hacia el norte, un desarrollo tolteca, una fortaleza
de los combativos tarascos, el famoso y legendario Chicomoztoc, un centro
caxcán y, finalmente, como es lógico, un importante asentamiento defensivo que
dio cobijo a grupos indígenas asentados al norte de la frontera marcada por el
río grande de Santiago.
Sin
embargo, gracias a los trabajos de Peter Jiménez, hoy sabemos que La Quemada
estuvo ocupada entre los años 500 y 900 de nuestra era; los análisis de
laboratorio permitieron concluir que se trata de un asentamiento que creció y
se desarrolló en los mismos años que corresponden al apogeo y ocaso de
Teotihuacan. Aparentemente el sitio fue abandonado cuando los toltecas fundaron
la ciudad de Tollan.
Lo
cierto es que La Quemada sigue ahí con sus estructuras sobre un cerro que
alcanza los 250 metros sobre el nivel del valle. Quien observa su disposición
arquitectónica tiene la sensación de que se trata de una fortaleza, en la que
pueden identificarse más de cuarenta plataformas o terrazas de diferentes
dimensiones. Pero aun cuando pudiera definirse como un enclave defensivo, una
visión cuidadosa del conjunto nos permite distinguir también su carácter
cívico-religioso. La mayor parte de lo que vemos hoy en La Quemada corresponde
a la última etapa de ocupación; se trata de un conjunto ceremonial fortificado
que guarda enorme similitud con los que se encuentran en Mesoamérica durante el
Epiclásico (600-900 d.C.).
La
existencia de un centro cívico-religioso como La Quemada sólo se explica a
partir de la presencia de una actividad agrícola permanente, capaz de sostener
la mano de obra necesaria para construirla. Todo hace pensar, y las evidencias
así lo demuestran, que los habitantes del valle en el que está asentada La
Quemada, el de Malpaso, cultivaban maíz, frijol, calabaza y maguey, además de
recolectar productos silvestres, como semillas de amaranto, jitomate y nopal.
Atendiendo
a su posición geográfica, que le permitiría establecer relaciones con otros asentamientos
vecinos, La Quemada pudo haber sido parte de una red de intercambio en la que
intervinieron Chalchihuites –que destacó por su actividad dedicada a la
minería–; el Cañón de Juchipila y el Valle de Atemajac, el área de
Aguascalientes y los Altos de Jalisco hasta el noroeste de Guanajuato. Esta red
seguramente propició el trueque de productos de diversa índole, entre los que
podrían mencionarse los minerales, la sal y la concha, como parte de la intensa
actividad comercial que tuvo lugar en esa época en el noroeste de Mesoamérica.
No se descarta la posibilidad de que una actividad de esas características
provocara enfrentamientos entre quienes se disputaban el control de una región
donde además se comerciaba con la turquesa procedente de lugares tan lejanos
como Nuevo México; este último hecho supone la existencia de un corredor
comercial que se extendió en su apogeo a lo largo de más de mil kilómetros al
norte y representó un vínculo real con el territorio conocido como
Aridoamérica.
Las
construcciones más importantes de La Quemada se levantaron, como era lógico, en
su momento de apogeo; así, observamos el Salón de las Columnas, el Juego de
Pelota, la Pirámide Votiva y la mayor parte de las calzadas.
Las
investigaciones realizadas por Peter Jiménez han permitido conocer algo más
sobre su crecimiento y apogeo, así como del momento en que la ciudad fue
abandonada por sus habitantes primigenios.
Son
muchos los secretos y las historias que aún guarda este sitio, pues como señala
Jiménez, se ha explorado apenas el cinco por ciento de la zona. Estamos seguros
de que investigaciones futuras ayudarán a resolver algunas de las incógnitas
que impiden descubrir con toda certeza el origen de este asentamiento y los
motivos que obligaron a sus moradores a abandonarlo. Como en otros lugares de
Mesoamérica, el colapso de La Quemada sólo podrá explicarse cuando ella misma
nos cuente, con los datos que aporte la arqueología, la historia de su pasado;
mientras tanto podemos imaginar, y esto es perfectamente factible dada su
posición geográfica, que por ahí transitaron los hombres de las llanuras
norteñas y que los chichimecas hicieron de ese territorio una trinchera frente
a la avanzada española.
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